Las autoridades advierten que el número de víctimas podría aumentar drásticamente debido a la posibilidad de personas atrapadas bajo los escombros.
El 1 de enero de 2024, un potente sismo de 7,6 grados sacudió la costa occidental de Japón, dejando a su paso una estela de destrucción y al menos 48 personas fallecidas, según reportes de la radiotelevisión estatal NHK. Las autoridades advierten que el número de víctimas podría aumentar drásticamente debido a la posibilidad de personas atrapadas bajo los escombros.
La ciudad de Wajima, con sus 27 mil habitantes y ubicada cerca del epicentro, fue una de las localidades más afectadas por el devastador terremoto. Se reporta la caída de al menos 25 edificaciones, muchas de ellas viviendas familiares.
Otras ciudades, como Suzu y Nanao, también han sufrido pérdidas significativas, con 20 y 2 víctimas mortales respectivamente. La prefectura de Ishikawa ha experimentado daños estructurales considerables, desencadenando el traslado de decenas de personas a centros de atención médica y desplegando equipos de rescate para buscar a posibles sobrevivientes.
En Wajima, un incendio ha consumido más de 200 estructuras, generando una situación de emergencia adicional que está siendo controlada por los equipos de bomberos. Imágenes captadas por la emisora pública muestran la caída de un edificio de siete pisos y zonas afectadas por humo en áreas centrales de la prefectura.
El primer ministro de Japón, Fumio Kishida, ha anunciado en una rueda de prensa que asumirá personalmente la dirección de las labores de respuesta ante esta catástrofe. Kishida ha declarado: «Seré el director general, movilizaré a las Fuerzas de Autodefensa, a la Guardia Costera de Japón, a los bomberos y a la policía», en un esfuerzo por coordinar una respuesta conjunta y eficaz frente a la emergencia.