El martes 27 de febrero de 2024, el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso regresó a Colombia procedente de Georgia, Estados Unidos, después de 16 años de ausencia. Su llegada, bajo estrictas medidas de seguridad debido a las amenazas contra su vida, se llevó a cabo a las 2:19 p. m. en el Comando Aéreo de Transporte Militar (Catam) de Bogotá, junto con más de 100 deportados colombianos.
Mancuso, de 59 años, comparecerá ante la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) como parte de su proceso de sometimiento a este tribunal transicional. Su retorno marca un hito en medio de la expectativa por su caso y sus declaraciones al respecto enfatizan su compromiso con las víctimas y la búsqueda de una agenda de paz para Colombia.
Tras su llegada, Mancuso será trasladado a la cárcel La Picota, aunque inicialmente se consideró llevarlo a la sede de la Dijín. Agentes de Migración Colombia y la Interpol lo recibieron para hacer efectiva la orden de captura en su contra y verificar la identidad de los demás deportados.
Una vez completados los trámites, incluyendo la verificación de su estado de salud, se notificarán los procesos pendientes en su contra. Mientras tanto, en La Picota se llevan a cabo pruebas de seguridad, como sobrevuelos de helicópteros de la Policía, en un proceso que se espera culmine en horas de la noche.
El regreso de Mancuso a Colombia genera diversas expectativas y despierta interrogantes sobre su papel en la construcción de la paz en el país, así como sobre el desarrollo de los procesos judiciales en su contra. Su presencia reaviva debates sobre la justicia transicional y el papel de los excombatientes en la reconciliación nacional.
Autoridades y expertos en el tema están atentos al manejo del caso Mancuso y las implicaciones que pueda tener en el panorama político y judicial del país. Su retorno plantea nuevos desafíos para el sistema de justicia y para el proceso de reconciliación nacional en Colombia.
Se espera que el proceso de reintegración de Mancuso a la vida pública genere tanto interés como controversia en la sociedad colombiana. Su regreso representa un hito en la historia reciente del país y marca una etapa crucial en el camino hacia la reconciliación y la paz duradera.